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jueves, 3 de diciembre de 2015

Empezar desde abajo.

Hoy quiero hablar de contaminación. Con la enésima Cumbre Mundial del Clima, esta vez en París, y con las "boinas" de veneno campando a sus anchas por las ciudades del mundo, recelamos totalmente de que se llegue a algún acuerdo que sea lo que se necesita, ni que se llegue a cumplir a pesar de su firma.
Pero siempre hay una forma de hacer las cosas, ante la desconfianza que sentimos ante los poderosos y los avaros que rigen el planeta y es empezar desde abajo, porque no nos damos cuenta del poder que tenemos, en todos los sentidos. Si "el vulgo" no compra algo, no se vende, si no proyecta la necesidad de algo, no se desarrolla, si no utiliza determinados artículos se deshechan.



Si no quemamos combustibles fósiles para movernos, caerán en el olvido. Si nos trasladamos de forma eficiente, caminando, en transporte colectivo o en bicicleta, contribuímos a eliminar la contaminación. No contribuímos a ello solo por reconocer en un 80%, la mayor opinión en este sentido mundial, en que existe el cambio climático y que nos va a afectar. Hay que poner remedio. Sólo quejarnos de los atascos de Madrid o de que no se puede aparcar, o de que hace frío o de yo qué sé que no contribuye a nada.
Las cosas, desde bajo, granito a granito, se construyen. Si esperamos que sea sólo la macroeconomía la que se ocupe de ello, mal vamos.

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